jueves, 22 de abril de 2010

hélice reducirá contaminacion de aviones


El motor de hélice condujo a la aviación hacia uno de sus primeros logros. Aquellos ruidosos motores iniciales fueron pronto reemplazados por los turbojets, que aunque hacen menos ruido, son insaciables consumidores de combustible. Los altos costes de éste presionan ahora a las aerolíneas a buscar alternativas más ecológicas.

Rolls-Royce ha rediseñado la histórica tecnología haciéndola menos ruidosa y más eficiente energéticamente.

La compañía afirma que el nuevo diseño de los rotores puede rebajar la factura de las aerolíneas por combustible unos 3 millones de dólares y reducir las emisiones de CO2 en unas 10.000 Tm por año y avión, en aparatos de entre 100 y 200 plazas.

Ya hace unos años los motores de turbohélice experimentaron un cierto renacimiento que no fue más allá en buena parte porque eran más ruidosos. La mayor implicación con el medio ambiente de los ingenieros aeronáuticos está propiciando el hecho de que los motores de “rotor abierto” tengan una nueva oportunidad.

La reducción de ruido se consigue añadiendo más aspas a los rotores y variando su forma, que se adelgaza. La compañía sostiene que con ésto se consigue que funcionen girando a menor velocidad, reduciendo así el ruido mientras se mantiene una alta eficiencia.Y la mejora es más notable porque el nuevo diseño se usan dos hélices cerca de la parte posterior del motor que giran en direcciones opuestas, lo que reduce el consumo ya que el segundo grupo de hélices recibe el aire procedente del primero recuperando energía y produciendo más fuerza.

Rolls-Royce no está solo en este innovador proyecto, General Electric, Pratt & Whitney y Snecma también están trabajando en prototipos de hélice.

El transporte por aire produce alrededor del 2-3% de las emisiones totales de CO2 y las distancias recorridas por los pasajeros aumentan a un ritmo del 6-7% anual. Esto significa que en un viaje de largo recorrido, introduciendo tecnología aeronáutica menos contaminante, se consigue un gran impacto.
Parece evidente además que, siempre que sea posible, es preferible mejorar la tecnología existente puesto que el coste de implementación es mucho menor que el requerido por los grandes cambios, a menudo causa de las rémoras observadas en actualizaciones muy convenientes y saludables para la sociedad mundial (y pienso en el coche de hidrógeno, sin ir más lejos). Y es que, recordemos: el petróleo, esté donde esté, es un recurso del mundo que explotan unos pocos, pero que cuando se acabe, acabará para todos. El aire, por su parte, es un bien común que estamos obligados a compartir.

Vía : EcoGeek

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